Cuando hablamos de la piel, siempre se comienza diciendo que es el órgano más grande de nuestro cuerpo. Puede sonar a frase hecha, pero lo cierto es que nos cubre de la cabeza a los pies y nos protege de los agentes externos. Por eso es importante velar por su salud, para que cumpla su función de la mejor manera posible y por mucho tiempo. Y la base del bienestar de nuestra piel, entre otros factores, es la hidratación.
Una buena alimentación es aquella que hace que los niveles de agua presentes en la piel estén equilibrados. Esto logra que su barrera protectora esté fortalecida y flexible, y, en consecuencia, logre estar protegida de agentes como el clima o la contaminación. En pocas palabras, podríamos decir que la hidratación facial hace más resistente a la piel del rostro, una de las más delicadas de nuestro cuerpo.
Además, la nutrición previene la sequedad que puede provocar el frío, la falta de humedad ambiental o el propio sol. Esto, además de eliminar las molestias que podamos sentir, previene la aparición de arrugas y signos de la edad. La deshidratación de la piel es uno de los motivos principales por los que se produce el envejecimiento prematuro. ¿Por qué? Porque sin el agua necesaria, la piel se debilita, se seca y pierde colágeno.